Partido Revolucionario de los Trabajadores
Por la Revolución Obrera, Latinoamericana y Socialista "El deber de todo revolucionario es hacer la revolución" (Ernesto Guevara)

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CAUSAS DE LA DERROTA DEL P.R.T.

“No nos masacraron por culpa de nuestros errores, lo hicieron por nuestro gran acierto; disputarles el PODER”.

Queda claro que, existiera o no la guerrilla, el golpe del 76 para instaurar un régimen dictatorial que cambiara las reglas de juego instauraría el dominio absoluto de la burguesía financiera. El GAN no había fracasado: ése fue el primer error de evaluación que cometieron todas las organizaciones del campo popular, menos el
P.R.T.

Perón vino al país para llevar adelante el plan que las FF.AA. habían delineado. 1) Aparecer como enfrentado a los generales ya que haría que las masas lo apoyaran. 2) Con el apoyo de las masas y el accionar armado de la derecha peronista aislar al enemigo principal: el P.R.T. 3) Una vez conseguido esto, las FF.AA. se harían cargo de liquidar y desarticular a la vanguardia del proletariado que era mucho más numerosa y amplia que todas las organizaciones armadas juntas. Para ello, dividieron al país en tres regiones: norte, centro y sur. En el norte hasta Córdoba la represión sería generalizada. En el centro hasta Bahía Blanca, Neuquén y Río Negro, una represión combinada o sea, generalizada y selectiva. En el sur, una represión selectiva y menos cruenta.

Este plan ya estaba acordado antes de 1973. Se llevaría a cabo, independientemente de los errores cometidos por el P.R.T. Prueba de ello es el operativo Dorrego por medio del cual se infiltraron en la organización Montoneros.

Capítulo aparte merece el análisis de los errores del P.R.T. Empezaremos por los errores teóricos:

1- Adscribir a la teoría de la “dependencia”. Hoy está claro que tal dependencia no existe. Argentina es un país libre y soberano desde el punto de vista burgués. La burguesía agraria e industrial está libremente asociada con los intereses de la burguesía imperialista norteamericana y europea y esta asociación no es nueva: podemos decir que comienza en 1810. Con el tiempo, cambia sus formas, pero no su esencia. El adscribir a esta teoría nos llevó a no tener en cuenta la amplitud de las alianzas.

2-No tener en claro lo que significa la estrategia de “guerra revolucionaria popular y prolongada”. Esto fue así porque se absolutizó la lucha armada. Cuando en 1973 se dieron las condiciones para llevar la guerra revolucionaria al plano político-ideológico, o sea al plano de las ideas y de la organización de las masas para demostrar en esa lucha la superioridad de las ideas socialistas por sobre el sistema capitalista, oscilábamos entre lo reivindicativo y la lucha armada mientrasen medio de estos dos parámetros, había una brecha muy amplia. Por un lado, caímos en un militarismo que fue desangrando los mejores cuadros de nuestro partido y, por otro, no teníamos alternativas políticas para los que no estaban dispuestos, todavía, para la lucha armada y no creían en actividades reivindicativas. El militarismo nos enajenaba la simpatía de las masas. Además, después del 25/05/73, quedamos sin la cobertura legal burguesa que hasta allí justificaba y legalizaba nuestro accionar armado ante los ojos de las masas: “El derecho del pueblo a armarse para combatir a la tiranía”. Optamos por reemplazar el accionar de las masas por el accionar del aparato militar.

Durante la dictadura comenzamos nuestra lucha armada con el fin de abrir camino para la lucha política. Ése era nuestro objetivo principal durante los gobiernos de facto de Onganía, Levingston y Lanusse: aa guerra como continuación de la política por otros medios. Era la respuesta adecuada a la violencia de la dictadura. Esa violencia cerraba todos los canales de participación de las masas y era justo y necesario enfrentarla.

3- Otro error político con base en la insuficiente comprensión del marxismo fue el abrir las puertas del partido en un momento de auge como el del ’73. Lo que recomienda Lenín es que el partido, en un proceso de auge, debe cerrar sus puertas y seleccionar cuidadosamente a los hombres que incorpore. No teníamos, y así lo vemos con claridad hoy, un plantel de dirigentes y militantes capaces de encuadrar y formar la cantidad de nuevos militantes que se incorporaron en ese período. Hoy está meridianamente claro que la mayoría atraída por el prestigio del partido no tenía las cualidades para reproducir Partido. Más aún, no tuvieron la suficiente entereza para asimilar la derrota. Hoy, algunos ex militantes intentan explicar los errores y subsanarlos organizando movimientos. Otros, creyendo que la insuficiencia fue sólo militar. Se dedicaron a mejorar la técnica y el armamento para ir a La Tablada. Cometieron un enorme error político que retrotrajo e hizo retroceder a las masas. Unos y otros son ejemplos demostrativos del bajo nivel político e ideológico que tenían los dirigentes. Al igual que otros, justifican las acciones armadas argumentando que el partido igualmente trabajaba en las masas obreras. Nadie puso nunca en duda ese trabajo. Sí, decimos que ese trabajo estaba subordinado al accionar militar. Un accionar militar que buscó siempre el enfrentamiento con el brazo armado de la burguesía, cuando de lo que se trataba era de golpear a la burguesía más concentrada y debíamos hacerlo con todos los medios de que disponíamos, pero, fundamentalmente, organizando políticamente a la clase obrera en particular y al proletariado en general.

Por todo lo expuesto, queda claro que independientemente del accionar militar del Partido, la burguesía iba a tratar de imponer sus planes por todos los medios. A la centralización del capital y a la concentración de la producción (predominio del capital financiero) le corresponde una concentración del poder político y a ésto se le llama de una sola manera: FASCISMO, porque es la única política que garantiza desplazar a otros sectores de la burguesía, poner en su lugar a la pequeño burguesía y disciplinar al proletariado.

Para operar el brutal traslado de riquezas de toda la sociedad hacia el sector de la burguesía más concentrada y cambiar el rol del Estado era necesaria la feroz represión que se desató a partir del 1º de junio de 1974 que, como no fue suficiente, se reforzó a partir del 24 de marzo de 1976. Ya, a principios del 76, las organizaciones armadas en general y el P.R.T. en particular estaban desarticuladas. No podían ni siquiera empezar un repliegue ordenado y, menos aún, elaborar una política para reinsertarse en las masas. A mediados de julio del ‘76 matan a Mario Roberto Santucho y los que quedaban del P.R.T. sólo pensaron en la huída.
Hoy se están dando nuevamente las condiciones para generar una nueva batalla por el PODER. Esta batalla se dará en unas condiciones sumamente favorables para el proletariado mundial, regional y de nuestro país, por eso estamos trabajando con los lineamientos que lo hacemos.

¿Qué significa forzar las condiciones objetivas? Para el reformismo; toda lucha, propaganda o acciones armadas o no armadas, por fuera o contra el sistema, significa “forzar las condiciones objetivas”, porque va en contra de su teoría del proceso por etapas. Sin embargo, mantienen su actividad forzando las condiciones subjetivas de las masas: plantean el electoralismo, incluso en contra de la consigna de los sectores de masas “que se vayan todos”.

Creemos que no fue muy feliz la conclusión del periodista cuando dijo que la juventud intentó forzar las condiciones, porque las condiciones para la revolución que generan los procesos revolucionarios son bases materiales que la burguesía no puede y no quiere cambiar y que la revolución sólo puede cambiar con el PODER en sus manos. En este caso, y con la peor voluntad, se trata de no tener claro quién hace la revolución: las masas o la vanguardia. Creemos que es eso y nada más que eso lo que subyace en la actividad de las organizaciones armadas de la década del 70. Sería ilustrativo para las nuevas generaciones que se hiciera un análisis de todas las organizaciones del campo popular que no ejercitaron la lucha armada y no que siguiéramos exigiendo a éstas lo que se les exige.

Carlos Ponce de León
El Combatiente Nº 1 – Noviembre de 2004.